En la segunda mitad del siglo XVI arribó a Las Palmas de Gran Canaria procedente de Amberes, Daniel Van Damme, convirtiéndose, con los años, en un respetado y acaudalado comerciante. Adquirió unas tierras cercanas al monte Lentiscal, donde se dedicó al cultivo de la vid. Fue pionero en este cultivo en suelos de picón, siendo el primer viticultor que plantó viñedos en el interior de la Caldera que actualmente lleva su nombre. Posteriormente se dedicó a la exportación de productos hacia América, a donde llegaron navíos llenos de barricas de los caldos insulares.
A principios del siglo XIX se inicia un proceso de subasta y venta de propiedades de realengo, debido a las dificultades económicas por las que atravesaba el Cabildo insular. Por esto, grandes extensiones de terrenos anteriormente dedicadas al pastoreo pasan a manos privadas y se extiende a otras zonas cercanas la plantación de viñedos y la explotación vitivinícola, que alcanza su apogeo a lo largo del siglo. Las bodegas y lagares existentes en la actualidad fueron construidos en esa época.
En la zona se cultivan distintas variedades de uva, siendo la Listán negra, Baboso Negro, Vijariego, entre otras, las más usadas para la elaboración de vinos tintos, y la Listán blanca y la Malvasía para los blancos. El vino canario que se elabora no llega al proceso de crianza, por lo que en el mercado se encuentran generalmente vinos jóvenes.
En noviembre de 1999 se obtuvo la D.O. Monte Lentiscal. Posteriormente fue incluida, en enero de 2005, en la D.O. Gran Canaria, manteniendo en la etiqueta el nombre “Monte Lentiscal”.